martes, 29 de enero de 2013

miércoles, 23 de enero de 2013

UN CORAZÓN TRANSFORMADO POR DIOS

“Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida” (1 Timoteo 1:5)
  
Amor, corazón limpio, buena conciencia y fe. Con estas cuatro preciosas características, es engalanado el hombre o la mujer que reconoce que el mandamiento de Dios no es otra cosa que su amor. ¿Por qué otra razón nuestro Padre Celestial se tomaría el trabajo de dar al pueblo de Israel estos preceptos escritos por su propio dedo?, ¿acaso no dice la Biblia que su propósito era que llegaran a ser un pueblo especial, sabio y entendido más que todos en la tierra? O ¿de qué otra manera podemos entender que el mismo Dios, a través de su Hijo, haya venido a cumplir la ley para demostrarnos la pureza y la benevolencia que ella encierra?

Aceptar la perfecta voluntad de Dios, expresada en sus mandamientos, nos permite recibir el tratamiento necesario para experimentar salud total. Es un proceso que se lleva a cabo durante toda nuestra vida, y que debemos estar dispuestos a recorrer, pues es su Palabra la que puede liberarnos de nuestra antigua manera de vivir y de ser para llevarnos a experimentar una vida con poder y bendición.

Dios se ha trazado un objetivo con nosotros. Así como un alfarero talla, moldea y afina con toda dedicación y amor la obra de sus manos, nuestro Padre también nos ama y desea que seamos hijos fieles a su palabra. Por eso, con su amor que excede todo conocimiento, y con la sabiduría de un extraordinario alfarero, completa día a día su obra en nosotros, a medida que amamos sus mandamientos y los aplicamos a todos los aspectos de nuestra vida. Entonces podemos decir junto con el salmista: “Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová. Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan; pues no hacen iniquidad los que andan en sus caminos” (Salmo 119:1-3)
  
Tomado del Libro “Llamado a la Confianza” de la Dra. Lolita Cruz de Chamorro.  (Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia – Centi)

viernes, 18 de enero de 2013



UNA ALEGRÍA  PERMANENTE   

 “Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos” (Salmo 19:1-8)

 Todos los especialistas de la salud y el comportamiento humano coinciden en la profunda necesidad que tiene el hombre de hoy de cultivar una vida rica interior, una dinámica vida espiritual. Concluyen que aún después de lograr el éxito a todo nivel profesional, económica y familiarmente, existe un vacío que nada ni nadie puede llenar. La gran necesidad del hombre se resume entonces en encontrarle a su vida un sentido y un propósito de carácter trascendental y eterno.

Muchos en esta búsqueda corren de aquí para allá sin saber a dónde van, como barcos a la deriva llevados por todo viento en medio de la oscuridad. Pero lo que es aún peor, muchos hoy en día han perdido la alegría de vivir. Por alguna razón han sido afectados por el virus de la congoja y el desaliento. La falta de entusiasmo se ha apoderado de ellos y cada día buscan soluciones pasajeras, respuestas temporales que dejan como en un círculo vicioso, mayor vacío, tristeza y soledad. Dios ha diseñado al hombre de tal manera que tuviera compañerismo con Él, y que su vida fuera dirigida desde su área espiritual, y de ésta, todas sus necesidades emocionales y psicológicas fueran abundantemente suplidas. El método sería cultivar la comunión con Dios y su Palabra, una obediencia real a sus preceptos e instrucciones.

Estos preceptos actúan como un poderoso haz de luz que ilumina el navío naufragado y lo lleva de regreso a puerto; son infalibles parámetros que muestran un camino seguro y esto genera confianza para decidir y actuar. Somos libres de la incertidumbre y del temor y por el contrario experimentamos tranquilidad y paz. Además, estar lleno de la Palabra de Dios, es recuperar la alegría y el “entusiasmo”, es decir, “ser lleno de Dios”. En fin, es encontrar incontables recursos para prevenir y enfrentar las tensiones propias de la vida y del ambiente, y ser feliz.

Tomado del Libro “Llamado a la Confianza” de la Dra. Lolita Cruz de Chamorro.