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viernes, 8 de marzo de 2013
martes, 29 de enero de 2013
miércoles, 23 de enero de 2013
UN CORAZÓN TRANSFORMADO POR DIOS
“Pues el propósito de este mandamiento es el amor
nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida” (1 Timoteo
1:5)
Amor, corazón limpio, buena
conciencia y fe. Con estas cuatro preciosas características, es engalanado el
hombre o la mujer que reconoce que el mandamiento de Dios no es otra cosa que
su amor. ¿Por qué otra razón nuestro Padre Celestial se tomaría el trabajo de
dar al pueblo de Israel estos preceptos escritos por su propio dedo?, ¿acaso no
dice la Biblia que su propósito era que llegaran a ser un pueblo especial,
sabio y entendido más que todos en la tierra? O ¿de qué otra manera podemos
entender que el mismo Dios, a través de su Hijo, haya venido a cumplir la ley
para demostrarnos la pureza y la benevolencia que ella encierra?
Aceptar la perfecta voluntad
de Dios, expresada en sus mandamientos, nos permite recibir el tratamiento
necesario para experimentar salud total. Es un proceso que se lleva a cabo
durante toda nuestra vida, y que debemos estar dispuestos a recorrer, pues es
su Palabra la que puede liberarnos de nuestra antigua manera de vivir y de ser
para llevarnos a experimentar una vida con poder y bendición.
Dios se ha trazado un objetivo
con nosotros. Así como un alfarero talla, moldea y afina con toda dedicación y
amor la obra de sus manos, nuestro Padre también nos ama y desea que seamos
hijos fieles a su palabra. Por eso, con su amor que excede todo conocimiento, y
con la sabiduría de un extraordinario alfarero, completa día a día su obra en
nosotros, a medida que amamos sus mandamientos y los aplicamos a todos los
aspectos de nuestra vida. Entonces podemos decir junto con el salmista: “Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la
ley de Jehová. Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el
corazón le buscan; pues no hacen iniquidad los que andan en sus caminos” (Salmo
119:1-3)
Tomado del Libro “Llamado a la Confianza” de la Dra. Lolita Cruz de
Chamorro. (Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia – Centi)
viernes, 18 de enero de 2013
“Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el
precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos” (Salmo 19:1-8)
Todos los especialistas de la salud y el comportamiento humano
coinciden en la profunda necesidad que tiene el hombre de hoy de cultivar una
vida rica interior, una dinámica vida espiritual. Concluyen que aún después de
lograr el éxito a todo nivel profesional, económica y familiarmente, existe un
vacío que nada ni nadie puede llenar. La gran necesidad del hombre se resume
entonces en encontrarle a su vida un sentido y un propósito de carácter
trascendental y eterno.
Muchos en esta búsqueda corren de aquí para allá sin saber a dónde van,
como barcos a la deriva llevados por todo viento en medio de la oscuridad. Pero
lo que es aún peor, muchos hoy en día han perdido la alegría de vivir. Por
alguna razón han sido afectados por el virus de la congoja y el desaliento. La
falta de entusiasmo se ha apoderado de ellos y cada día buscan soluciones pasajeras,
respuestas temporales que dejan como en un círculo vicioso, mayor vacío,
tristeza y soledad. Dios
ha diseñado al hombre de tal manera que tuviera compañerismo con Él, y que su
vida fuera dirigida desde su área espiritual, y de ésta, todas sus necesidades
emocionales y psicológicas fueran abundantemente suplidas. El método sería
cultivar la comunión con Dios y su Palabra, una obediencia real a sus preceptos
e instrucciones.
Estos preceptos actúan como un poderoso haz de luz que ilumina el navío
naufragado y lo lleva de regreso a puerto; son infalibles parámetros que
muestran un camino seguro y esto genera confianza para decidir y actuar. Somos
libres de la incertidumbre y del temor y por el contrario experimentamos
tranquilidad y paz. Además, estar
lleno de la Palabra de Dios, es recuperar la alegría y el “entusiasmo”,
es decir, “ser lleno de Dios”. En fin, es encontrar incontables recursos para
prevenir y enfrentar las tensiones propias de la vida y del ambiente, y ser
feliz.
Tomado del Libro “Llamado a la Confianza” de la Dra. Lolita Cruz de
Chamorro.
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